Statement:

Mi búsqueda gira siempre en torno a la identidad y los atributos que sustentan la idea del “yo”: los dobles sentidos, las capas de significado, el diálogo con lo popular y el respeto hacia lo sencillo definen mis trabajos. La fotografía familiar se convierte en el eje vertebrador de mis propuestas, que derivan en instalaciones en el espacio en las que el espectador siempre es participe.

Que baje Dios y lo vea. Centro de gravedad permanente. Vigo



El viernes 14 de enero a las 20.30 horas en el Centro de Gravedad Permanente (Marqués de Valterra 5, Vigo) gran inauguración de la exposición colectiva Que baje Dios y lo vea.
Comisariada por nuestra Inés Casarejos.

“Que baje dios y lo vea” es una exposición que gira en torno a la influencia del fenómeno kitsch en el arte contemporáneo. Los artistas que se muestran son jóvenes creadores que, tomando como punto de partida, como estética o como temática, el kitsch, obtienen resultados muy diversos.
Natalia Umpiérrez y Tamara Feijoó optan por el dibujo y Carlos Isla e Inés Casarejos prefieren las tres dimensiones.
El kitsch, olvidado por los críticos y teóricos del arte, es un fenómeno de gran importancia desde el mismo advenimiento de la era industrial. Siempre presente en nuestra cotidianeidad, es normal que su influencia en las representaciones artísticas sea notoria.




La palabra kitsch proviene del alemán kitschen, que significaba “barrer mugre de la calle”. Paulatinamente se fue asociando al gusto vulgar de la nueva y adinerada burguesía de Munich. Con el gusto de los nuevos ricos que podían alcanzar el status que envidiaban a la clase tradicional de las élites culturales, copiando las características más evidentes de sus hábitos culturales. Lo kitsch empezó a ser definición de un objeto estético empobrecido con mala manufactura, significando más la identificación del consumidor con un nuevo status social y menos con una respuesta estética genuina. Lo kitsch está asociado estéticamente a la idea de algo empobrecido y moralmente dudoso. La palabra se aplica al ámbito de la cultura por el teórico Clement Greenberg, en vinculación al uso de la literatura por las masas -que enjuiciándolo moralmente, intentó definirlo como un peligro para la cultura tachándolo de ser siempre versión devaluada-. Adorno también se referiría a este término en referencia a lo que él llamaba la “cultura industrial”, donde el arte es controlado y planeado por las necesidades del mercado y es dado a un pueblo pasivo que lo acepta. Lo kitsch unido íntimamente a la idea de algo que es comercializado. Un arte que no cambia y que es formalmente incoherente, pero que sirve para dar a la audiencia ocio y algo que mirar. Él clasificó lo relativo al kitsch en vinculación al arte como una parodia de la catarsis y parodia de la conciencia estética. Mientras que el arte para Adorno debe ser subjetivo, cambiante y orientado contra la opresiva estructura del poder