Al igual que en los últimos doce años, como si se tratara de alguna especie de ritual de renovación, la Galería Jamete atraviesa el solsticio y penetra el 2011 con una nueva exposición colectiva. Se trata de un modo peculiar de reencontrarse a sí misma, de redefinir lo que su personalidad, por acumulación de experiencias, ha llegado a ser, y de abrirse al mismo tiempo a nuevos nombres, ideas y expresiones con los que seguir ensanchando su aparentemente reducido horizonte. En esta ocasión, por lo demás, el desembarco de novedades resulta especialmente llamativo: una veintena de autores participan en la muestra, con propuestas que oscilan entre una figuración renovada e impactante, con predominio del retrato (como en los casos de Alfredo Pardo, Jesús Ángel Bordetas, Daniel Galván, Eugenio Ocaña, Leonor Solans, Pedro Velver o Marina Puche), la escultura con resonancias pop (Víctor Arrizabalaga); la pintura de paisaje (con las escenas urbanas de Miguel Carlos, o los horizontes bordeando - traspasando - la abstracción de Martín Muñoz); composiciones informalistas (Rafa Morata, Santi Torralba, Carlos Codes y Cebaqueva); los collages de Marta Pina y los trabajos fotográficos de Santiago Torralba, Berrocal, David Murgui, María Villar o Noe Bermejo. Entre buena parte de ellos rige, además, un curioso vínculo generacional que puede ofrecer un panorama de nuevas preocupaciones y respuestas en el campo de la creación plástica.
Ahora que Cuenca parece ser un punto ligeramente más grande en el mapa - aunque no deje de sobrevolar esa sensación bien justificada de que las novedades, conforme a la fórmula lampedusiana, dejarán todo igual que estaba - quizás también puedan ensancharse unas paredes que siempre han sido mucho más amplias (casi como si no fueran paredes) de lo que podría parecer. Y si no, tampoco pasa nada. Hace dos años, en idéntica ocasión, escribíamos que Jamete encaraba el 2009 sin miedo a una crisis cuyo alcance apenas se intuía: esta galería ya estaba acostumbrada a esa palabra desde mucho tiempo atrás. Dos años más tarde Jamete sigue celebrándose a sí misma, y se aventura en los nuevos tiempos saludando con el mismo optimismo e igual sentido de la ironía: los que van a morir te saludan.
Texto facilitado por la Galería y/o Sala de Exposiciones