El Instituto Francés de Valencia, en una ataque de energía creativa renovadora - o de locura- me encarga que les monte una pequeña escenografía para el hall del edificio, que también hace las veces de sala de exposiciones.
La idea es construir una especie de rincón de lectura, de pequeña librería, pero también de sala de estar.
El director me da como directrices, crear un espacio acogedor, de atmósfera barroca (… a mi, barroco a mí…) y un tanto kitsch ( …kitsch, a mí kitsch?…) así que cojo el presupuesto, monto algo parecido a un proyecto y rápidamente, antes de que les empiece a entrar miedo…saco del baúl unos telones de terciopelo de intenso olor a naftalina, que antes pertenecieron al teatro principal, unos sofás rojos rescatados de rastros y lámparas de distintas formas y alturas… y el miedo en el instituto se iba formado…pero ya era tarde…; una alfombra de flores rosas lilas y blancas…un gigantesco marco de un aparador …pero es tarde, el miedo no sirve de nada, todo el hall del instituto francés huele ya a naftalina…
La semana próxima estará terminado.La idea es que dure un año allí, y durante este tiempo se transforme y mute, a la vez que se van recolectando enseres de distintas índoles y procedencia…a ver a que llega.