Statement:

Mi búsqueda gira siempre en torno a la identidad y los atributos que sustentan la idea del “yo”: los dobles sentidos, las capas de significado, el diálogo con lo popular y el respeto hacia lo sencillo definen mis trabajos. La fotografía familiar se convierte en el eje vertebrador de mis propuestas, que derivan en instalaciones en el espacio en las que el espectador siempre es participe.

…de un color sufrido

El Palomar presenta …de un color sufrido, la primera exposición individual del leonés  Noé Bermejo en Barcelona.
Las piezas que se forman alrededor de este título comparten muchas de las propiedades de este color: un color sufrido es aquel que disimula lo sucio, que engaña, que oculta, que aguanta…
…de un color sufrido se instala en el último piso de un edificio de principios de siglo en Barcelona, un espacio de servicio que era la casa de la portera, ahora, El palomar. La exposición se compone por una serie de piezas que se funden en una instalación, que trata de verificar, confirmar, y constatar la historia vital y la existencia de esa mujer, la portera: una mujer nacida para sufrir.
Una ficción, una ilusión confeccionada a través de desperdicios icónicos, de imágenes de las que se alimenta el omnívoro sistema del imaginario del españolito medio. Todo se define en imágenes tremendamente comunes, en las que es muy fácil verse reflejado. Buscando clichés llenos de denominadores comunes de nuestro imaginario -que pertenecen a nuestra historia y a nuestra cultura- llenos de espacio para lo banal y lo convenido donde todos podríamos encontrarnos y reconocernos. 

Fotos que ya conocemos de antemano, llenas de lugares comunes propios de una memoria colectiva, para reflexionar sobre el carácter de la fotografía entendida como algo que va mucho más allá de ser un mensaje sin código de pura denotación, en el que la presencia que exige el acto fotográfico no toma más o menos valor por ser o no ser real -como se plantea continuamente en la fotografía del álbum de familia y el proyecto que se presenta- insistiendo en una deconstrucción del sujeto y una pérdida de lo singular. 

Desde la autorepresentación se ordena una ficción en la que el artista interpreta a cada uno de los personajes que habitan esta narración. Presentando el concepto de identidad como algo siempre falso, parcial, banal y estereotipado, susceptible de hundirse o de deshacerse. Insistiendo en lo absurdo del término que finalmente es siempre un juego de rol. Parasitando su biografía y convirtiéndose a la vez en sujeto y objeto para plantear la identidad no como algo único y uniforme, sino en continua construcción, imaginaria y ambigua.