Statement:

Mi búsqueda gira siempre en torno a la identidad y los atributos que sustentan la idea del “yo”: los dobles sentidos, las capas de significado, el diálogo con lo popular y el respeto hacia lo sencillo definen mis trabajos. La fotografía familiar se convierte en el eje vertebrador de mis propuestas, que derivan en instalaciones en el espacio en las que el espectador siempre es participe.

“Autobiografía Apócrifa” de Noé Bermejo (2000/2010)


“Autobiografía Apócrifa” se articula entorno a actitudes universalizantes, pero también grotescas, en una repetición infinita del mismo rostro, el del artista, disfrazado y reproducido indefinidamente, y por ello sustituible por el de cualquier otro, ironizando sobre todas las normas que rigen las representaciones que los sujetos realizan sobre sí mismos, desde los que se reproduce y construye el orden de cualquier discurso. En esta “familia” se entremezcla una historia social; la historia de la identidad individual y la de los códigos de representación, para conformar un discurso lleno de pliegues, que obliga a la interactividad conceptual y corporal del espectador. Rebatiendo de modo irónico el orden establecido así como sus relaciones de dominación, sus derechos y sus privilegios considerados naturales como consecuencia de su continua repetición sobre esquemas creados bajo una estructura muy estricta, que se transmite de generación en generación, dilatándose en el tiempo hasta ser asumida como neutra. Familia como matraz de relaciones y modos humanos. Familia, como caldo de cultivo donde los distintos elementos que la componen pierden en cierta forma su identidad individual para conjugarse en una amalgama amorfa y heterogénea, que ha de presentarse y resurgir como una forma sólida. Este proyecto parasita la fotografía del álbum de familia, sus ocasiones y sus liturgias: convertidas en estrategia práctica, cambiando su supuesta ingenuidad en todo lo contrario. Si el álbum de familia es un espejo que ha de devolvernos una imagen tranquilizadora de normalidad, eficiencia, decoro y orden; en esta “familia”, este espejo es uno de barraca de feria -que deforma, invierte y crea monstruos- que presenta un Yo deliberadamente antiheroico donde la identidad única e individual se presenta como el concepto inventado que es, creado para justificar un lugar en la sociedad. La idea del Yo como un espejismo que responderá siempre a un modo estereotipado y canónico que nos hará sentir especiales desde la autocomplacencia que el rol nos posibilitará. Y el álbum de familia como un catálogo de roles repetidos una y otra vez en cada una de nuestras casas. El retrato y la autorepresentación se convierten en la excusa para articular un proyecto que se genera desde una línea definida por el trabajo previo, para establecer además de una reflexión sobre la fotografía familiar y el acto fotográfico, un discurso sobre narraciones biográficas, la memoria y la construcción del sujeto. Planteando el conflicto existente entre los límites de la imagen y su influencia en la realidad con una colección de fotografías que se liberan de la memoria, evaporándose el índice. La cuestión de representar la realidad cede el paso a la construcción del sentido. En una depredación de imágenes, reciclando desechos icónicos para interrogarse sobre la recomposición de lo real. Este álbum de familia apócrifo que se han ido generando a lo largo de diez años está confeccionando por una serie de retratos que han transcendiendo de lo designado por el término imagen, a la fuga de la otra acepción de la palabra, al sentido que la vincula a la convergencia de algo ideal en un cuerpo físico, para convertirse en objeto de culto, deontológico: en objeto de veneración. De imagen a imaginería, como lo serían estas fotografías para la madre que las encumbra en el altar laico del aparador de la entrada de su casa. El retrato, el retratado y en este caso también el artista, para establecer un juego entre la realidad y la ficción, y entre el simulacro y el intersticio generado entorno al acto fotográfico; planteándose los límites de la imagen y de la fotografía como dispositivo narrativo para/y de la memoria, en uso de la fotografía que transciende al documento, a la documentación constatadora. “Autobiografía Apócrifa” es una recolección de imágenes que quieren ser reliquias, que quieren convertirse en fetiche.